martes, 14 de julio de 2009

Las casas de muñecas.

En una casa de muñecas ¨ el tiempo se para y la época histórica permanece inalterable,
algo que no podría ocurrir jamás en una casa de tamaño normal. Todo tipo de cosas, hasta las más efímeras, se mantienen en ella, a diferencia de lo que sucede en las de los humanos. ¨
Una Historia de Casas de Muñecas, Flora Gill Jacobs, 1965.

En el pasado, las casas de muñecas eran juguetes adorados por las niñas; ni podían imaginarse el papel que tendrían, generaciones más tarde, como reflejo de la historia doméstica.



La fascinación por las réplicas en miniatura se ha experimentado desde los días de la antigua Grecia y Roma, pero, para muchos coleccionistas la etapa más interesante comenzó en los países del norte de Europa a mediados del siglo XVII. Aunque existen documentos sobre miniaturas de casas en archivos alemanes ya hacia fines del siglo XVI.

La mayoría de los coleccionistas de los siglos XVII y XVIII vivía en Alemania, Holanda e Inglaterra.
Las mujeres alemanas utilizaban las casas en miniatura como juguetes didácticos, para enseñar a sus hijas a ser buenas amas de casa.
Muchas de las primeras casas y el ajuar de sus habitaciones se conservan expuestas en museos públicos y privados de Europa y Norteamérica y ofrecen una imagen fascinante de los estilos de vida y la moda a lo largo de los siglos.


Salones de clases





Cocina alemana
Sombrerería alemana

Hace doscientos años los coleccionistas no se limitaban a coleccionar y exhibir réplicas en miniatura sino que las usaban para reproducir sus propios estilos de vida y sus hogares.

Resulta inevitable que cualquier representación auténtica de las formas de vida en el pasado se valore en posteriores investigaciones, aunque no se haya creado con esa intención ya que sus creadores reproducían escrupulosamente en ellas tanto sus formas de vida como el estilo contemporáneo de decoración de interiores. Tan sólo un pequeño número de coleccionistas del siglo XX parece compartir el deseo de sus antepasados; para la mayoría, deleitarse con el pasado parece ser la mejor manera de ilustrar el presente.

Fuente consultada: Colección Casa de Muñecas de Ediciones del Prado, 1997.

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