lunes, 10 de agosto de 2009

La industria juguetera entre 1940-1950: De los niños privilegiados a los únicos privilegiados son los niños.


Si bien durante la segunda mitad de la década de 1930 el proceso de sustitución de importaciones había acelerado el surgimiento de fábricas y de pequeños talleres, gran parte de los juguetes que circulaban en el país hasta 1940 seguían siendo extranjeros. La escasez de canales de distribución que abarcaran el territorio nacional y de comercios específicos que favorecieran las ventas durante todo el año -y no solo en el período de fiestas-, además, por supuesto, del precio, restringían el acceso a los juguetes de amplios sectores de la población. Recordemos que hasta aquel entonces los juguetes eran considerados artículos de excepción, aun de lujo, y no solían formar parte de la vida cotidiana de la mayoría de los niños.Para que esto empiece a cambiar han de combinarse varios factores que alimentan una transformación paulatina aunque fundamental. Nuevas tendencias en la crianza y en el modo de concebir las necesidades infantiles se suman a la creciente disponibilidad de los juguetes mismos como consecuencia directa, entre otros motivos, del estallido de la Segunda Guerra Mundial. La disminución de juguetes importados en el mercado nacional permitió que la industria que venía desarrollándose en forma incipiente florezca y se expanda rápidamente entre 1940 y 1946. Este crecimiento se advierte en los datos de los Censos Industriales. En 1935 había 41 establecimientos dedicados a la fabricación de juguetes; para 1947, la cifra trepaba a 259: se habían sextuplicado respecto del total de fábricas del país.En 1945 se funda la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) que reúne tanto a industriales como a distribuidores y edita la revista Juguetes, publicación mensual con noticias, publicidad e información general del sector. Esta organización progresiva del gremio promueve la instauración de medidas legales específicas gracias a las cuales esta industria logra consolidarse. Los alcances de estos grandes cambios no tardaron en reflejarse en las vidrieras de tiendas, bazares y jugueterías. Bebilandia, la fábrica creada por Alicia Larguía para suplir a la Marilú que ya no conseguía importar, inicia una larga y variada producción de muñecas de todo tipo en la que también se destaca Bubilay.
A principios de 1940, FACI (Fábrica Argentina de Celulosa Industrializada), la firma de los hermanos Carlos y Roberto Manso y Alberto Picot promociona intensivamente sus malcriados Cholito y Cholita. En la ciudad de Mercedes, Arturo Chillida y su familia elaboran refinados malcriados y bebés, así como también un gran surtido de piezas sueltas para abastecer a las clínicas de muñecas de todo el país.
En 1944 nace Famil, una de las fábricas más pródigas de la época, puesto que llegó a ofrecer hasta 250 modelos de muñecas resistentes y livianas elaboradas en pasta de aserrín prensado. Es también en estos primeros años de 1940 cuando alcanzan fuerte presencia en el mercado los singulares autos y camiones de madera desarmables El Pibe, producidos en el taller de tornería mecánica que Curvenaldo Laratro había establecido diez años antes.
Hacia 1942, Loreto Ranalletta, Vicente Carrino y Francisco Bercesi manufacturan caretas de papel maché y juguetes en un pequeño taller de La Plata, que se transforma rápidamente en IJA (Industrial Juguetera Argentina) y llegó a contar con una importante línea de muñecas de pasta. Por otra parte, durante la primera mitad de la década Enrique Iaffe y Alfredo Pinner desarrollan una amplia gama de juguetes de metal, madera, papel y cartón con sus marcas: Kip Metal, El Chiche, La Victoria, Pinplast y María Antonieta. En 1942 Sergio Timone concibe El Cerebro Mágico, lo produce con Balbachán, a quien finalmente lo vende; luego se asocia a Ema del Giorgio para fundar Bili, de donde surge uno de los muñecos más encantadores de nuestra industria: el Bebé Bili.
En el mundo de las miniaturas de plomo, irrumpe en 1944 uno de los juguetes clásicos del período: la autóctona Granja de Don Fabián, creada por Ezio Guggiari para su marca EG Toys.
En 1945, la firma rosarina Herchamet dio origen a la marca Uno. Sus camiones y autos de madera desarmables conjugan, al igual que los ya mencionados de El Pibe, un alto nivel de resolución técnica, excelente factura y diseño.
Mientras tanto Matarazzo instala depósitos en el interior y mediante una agresiva política de comercialización -que se verá favorecida por ciertas regulaciones del gobierno, como la que obligaba a los comercios en época de fiestas a disponer de "juguetes económicos"- llega hasta los lugares más remotos del país. En 1946 tiene lugar un hecho inédito: el gobierno peronista establece, como parte de las políticas destinadas a la infancia, el reparto masivo de juguetes. Los juguetes entran por primera vez en muchos hogares, y la demanda estatal que se renueva cada año impulsa el desarrollo de la industria. Este vínculo fundacional entre políticas públicas, infancia y juguetes promovió a los niños argentinos a la categoría de privilegiados.


La distribución de millones de juguetes en distintas y numerosas ocasiones pero sobre todo para Navidad y Reyes, formó parte de las políticas orientadas a mejorar la situación infantil y fue patrocinada fundamentalmente por Eva Perón. El reparto se llevaba a cabo en su mayor parte a través del Correo Nacional, cuyas oficinas eran utilizadas como sedes, pero las escuelas, los sindicatos y las comisarías también tuvieron ese rol. Para acceder a los juguetes no había que provenir, necesariamente, de una familia peronista, bastaba con retirar en la oficina de Correos más próxima un vale que luego iba a ser canjeado en los lugares destinados a tal fin. En todos los hogares-escuela, hospitales y guarderías del país se repartían juguetes, incluida desde luego la Ciudad Infantil "Amanda Allen".
A lo largo de ocho años -entre la Navidad de 1947 y Reyes de 1955- en cada período de fiestas navideñas se repartieron entre dos y dos millones y medio de juguetes, de importancia y calidad disímil: desde pequeños autitos de madera hasta bicicletas. Cada pieza era identificada mediante una viñeta que llevaba la imagen de Perón y Eva y la leyenda "Obsequio para nuestros queridos descamisaditos". También había juguetes con inscripciones de fábrica: "Fundación Eva Perón", "Recuerdo de Eva Perón" o "Perón Cumple".
Hubo también resoluciones que operaron en el nivel nacional (como la que eliminó el impuesto por artículo suntuario que pagaban los juegos de sociedad) y que beneficiaron tanto a fabricantes como a distribuidores y minoristas, de manera que fue posible conseguir mejores precios en la comercialización de los juguetes y facilitar su compra por parte de quienes tenían menores recursos. Sin duda estas medidas favorecieron también a la industria juguetera porque abrió nuevos canales de comercialización y amplió notablemente el segmento de compradores potenciales. Muchos pequeños fabricantes se sostenían casi exclusivamente por ser proveedores del Estado, o se consolidaron y expandieron gracias a la existencia de esa fuente segura de recursos que se renovaba cada año. Se podría pensar que al cesar estas facilidades, cuando el gobierno peronista fue derrocado, la industria juguetera decayó. Sin embargo, después de 1955, más exactamente en los últimos años de la década del cincuenta, comenzó su período dorado. La aparición de nuevos materiales, como el plástico, que habrían de revolucionarla; el capital adquirido luego de esos años de trabajo; el aprendizaje logrado a fuerza de tener que responder a una demanda exigente; pero sobre todo un reconocimiento de los juguetes como parte indispensable del bienestar infantil y una ya arraigada práctica de comprarlos, fueron los pilares sobre los que se edificó el segundo período de expansión de la industria juguetera en nuestro país. En suma, durante el gobierno peronista se estableció una relación inédita entre el Estado, la infancia y los juguetes. Por un lado se produjo un cambio radical y definitivo con relación a estos últimos: se convirtieron en una presencia cotidiana en la vida de los niños, instalando de allí en más la idea de que ellos los necesitaban y tenían derecho a poseerlos. Por el otro, al ser promovido por el mismo gobierno, el regalo hizo a esos niños destinatarios de un legado político, en tanto iba acompañado de un discurso específico que llegaba a través de mensajes radiales y de las mismas viñetas. Los niños fueron incluidos, indudable e inevitablemente, en el proyecto nacional y su gratitud tomó la forma de un deber cívico; fueron llamados a convertirse en la vanguardia política del futuro -tal como Eva Perón subrayaba en muchos de sus discursos- y los juguetes representaron ese derecho y ese deber. Las políticas peronistas centradas en los repartos de juguetes estuvieron sometidas a esta tensión constante entre los beneficios otorgados a una infancia que por primera vez es interpelada como sujeto político, por tanto, capaz de convertirse en continuadora de un proyecto nacional, y las prerrogativas provenientes de esos mismos beneficios. La fuerza que los juguetes regalados tuvieron en la conformación de un imaginario generacional, la indudable presencia de una carga simbólica de la que era difícil sustraerse más allá del uso que se les diera al jugar, pueden tener algo que decirnos sobre el trazado que delineó el mapa político del país en las décadas siguientes. Porque... ¿cómo se olvida a quien fue capaz de comprender el ansia que los inalcanzables juguetes de una vidriera pueden despertar cuando uno es niño?

Daniela Pelegrinelli
Artículo extraido del sitio
www.juguetesdelos60y70.com.ar
(con autorización de su autor)

Muñeca Marilú

Nuestra famosa Marilú de 1946




Marilú fue la muñeca más popular de la historia de la Argentina, siendo desde los años 40 una fabricación íntegramente nacional de la firma homónima hoy ya desaparecida.




Marilú era muy moderna para su época, con ojos expresivos y párpados que se entornan, sus facciones son muy suaves, producidas al detalle. Sus brazos, piernas y cintura están articulados pudiendo colocarse en diferentes posturas.




La compradora podía elegir entre adquirir una muñeca con pelo artificial o una con pelo natural, siendo esto una total novedad en la industria juguetera del país.




El modelo más grande y costoso tenía 55 centímetros de alto y era muy codiciado por las chicas de aquellos tiempos. Hoy esta bella muñeca se ha transformado en una valiosa pieza de colección no sólo para los argentinos sino para los coleccionistas de todo el mundo.








La revista Billiken publicaba propagandas y folletines con moldes de sus vestidos.






Revista Billiken Nro. 1973 del año 1957.
Gran Concurso Marilú.

 




Marilú venía acompañada por un ajuar completo para las diversas ocasiones y horas del dìa.


Y además, tenía su propio mobiliario.




Ya la muñeca sola era de alto precio. Por lo tanto, hay que imaginarse qué significaba tener una Marilú con su vestuario y sus muebles. Era un deseo de todas las chicas! Pocas lo conseguían...

domingo, 9 de agosto de 2009

Muñecas Nilda

Esta monjita pertenece a la colección de muñecas Nilda, famosas en la década del 60.


Venían en diferentes modelos y se vendían en las panaderías, te acordás?






Otros modelos:


 














Muñeco marca TC



Precioso muñeco de la marca argentina TC.




Representa a un niño de aproximadamente dos años.


Sellado en la espalda TC industria argentina.